Según el último informe anual, publicado el pasado miércoles, la eutanasia en Canadá alcanzó un nuevo máximo en 2023, representando un 4,7% del total de defunciones. Más de 15.000 personas optaron por esta vía, lo que supone un incremento del 15,8% respecto al año anterior.
Un crecimiento sostenido con matices
Si bien el número de casos sigue en ascenso, es importante destacar que el ritmo de crecimiento se ha desacelerado en comparación con años anteriores.
Aunque las razones exactas aún no están claras, los expertos señalan varios factores posibles, como una mayor concienciación sobre las opciones paliativas, cambios en las prácticas clínicas o incluso el impacto de la pandemia de COVID-19.
Perfil del paciente y condiciones médicas
El perfil típico de las personas que solicitan la eutanasia en Canadá corresponde a individuos de edad avanzada, con una media superior a los 77 años. Y que padecen enfermedades graves e incurables como el cáncer. Estas afecciones generan un sufrimiento físico o psicológico intenso y persistente, que los pacientes consideran intolerable.
Canadá fue pionera en la legalización de la muerte asistida en 2016, estableciendo un marco legal riguroso que establece los requisitos para acceder a esta opción.
Sin embargo, la expansión de esta práctica ha generado un intenso debate en la sociedad sobre cuestiones éticas y morales. Como los límites de la autonomía individual, el papel de los profesionales sanitarios y la protección de las personas vulnerables.
El caso de las enfermedades mentales
Uno de los aspectos más controvertidos de la eutanasia en Canadá es la prohibición de la asistencia médica al suicidio para personas con enfermedades mentales.
Esta restricción, que se extenderá hasta 2027, ha sido objeto de numerosas críticas y demandas judiciales. Los defensores de los derechos de las personas con enfermedades mentales argumentan que esta prohibición es discriminatoria y que niega a estos pacientes la posibilidad de elegir cómo morir.
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