Desde mañana miércoles, la majestuosa Capilla Sixtina del Vaticano se convertirá en el epicentro de la Iglesia Católica al albergar un cónclave trascendental. Un total de 133 cardenales, provenientes de los más diversos rincones del planeta, se aislarán del mundo exterior para elegir al sucesor del papa Francisco, definiendo así el rumbo de la institución religiosa para los próximos años.
Este cónclave histórico se presenta como el más concurrido y heterogéneo hasta la fecha, reflejo de los esfuerzos del actual pontífice por impulsar una mayor descentralización de la Iglesia y reducir su tradicional enfoque europeo. Los purpurados con derecho a voto, aquellos menores de 80 años, sumaban inicialmente 135, pero las ausencias por motivos de salud del español Antonio Cañizares y del keniano John Njue redujeron la cifra final.
El hermetismo será la norma durante todo el proceso. Bajo la imponente mirada de los frescos de Miguel Ángel, cada uno de los cardenales electores jurará solemnemente, bajo pena de excomunión, no divulgar ningún detalle de lo que acontezca tras las puertas cerradas de la Capilla Sixtina. La expectación mediática es enorme ante la incertidumbre que rodea el nombre del futuro pontífice. Aunque los mentideros romanos ya barajan algunos nombres con mayor insistencia, el resultado de esta antigua y solemne ceremonia sigue siendo impredecible.
El inicio formal del cónclave tendrá lugar mañana miércoles con la celebración de la misa ‘Pro Eligendo Pontefice’ a las 10:00 hora local (8:00 GMT) en la basílica de San Pedro. Posteriormente, a las 16:15 (14:15 GMT), todos los cardenales se reunirán en la Capilla Paulina, desde donde, ataviados con sus distintivos hábitos rojos y blancos, se dirigirán en procesión hacia la Sixtina, entonando las letanías y el canto ‘Vieni Creator’.
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