El 20 mayo de 1444 falleció San Bernardino de Siena en Aquila, quien se encargó de propagar en su sermón el nombre de Jesús por toda Italia a los predicadores.

Este santo padre nació en Massa Marittima, territorio de Siena para el año 1380, su vida fue entregada a las cosas de Dios, pues de a temprana edad componía altares e imitaba a los predicadores, al punto que trató de hablar y actuar con pureza.
A los 20 años, San Bernardino junto a otros jóvenes asistieron por tres meses a los enfermos en hospitales, de esta manera ayudar a los convalecientes con la gran peste que arrasó a Siena.
A los 22 años lo dejó todo para entrar en la comunidad franciscana. Tanto movía los corazones con su prédica que se cerraban las tiendas y hasta las clases en la universidad para escucharle.
Entró en la Orden de los Frailes Menores, se ordenó sacerdote y desplegó por toda Italia una gran actividad como predicador, con notables frutos.
Propagó la devoción al santísimo nombre de Jesús. Tuvo un papel importante en la promoción intelectual y espiritual de su Orden; escribió, además, algunos tratados de teología.
Acostumbraba a llevar consigo una tablilla, mostrando la Eucaristía con rayos saliendo de ella y en el medio, el monograma IHS que él ayudó a popularizar como símbolo de la Eucaristía. De esta forma, propagar la devoción a la Eucaristía.
Aunque San Bernardino rechazó 3 episcopados, fundó más de 200 monasterios e intervino para traer la paz entre dos bandos, los güelfos y los gibelinos.
Con información de Aci Prensa