Las abejas no gritan con la boca, sino con el cuerpo. Cuando los avispones gigantes se acercan y amenazan su colonia, las abejas asiáticas levantan el abdomen y corren mientras vibran sus alas. El ruido puede sonar inquietantemente como un grito humano.
En un artículo publicado el miércoles en la revista Royal Society Open Science, los investigadores describen la singular señal acústica de la abeja melífera asiática, denominada tubo antidepredación. Los investigadores la denominan coloquialmente “grito de abeja”.
“Es como un chillido”, dijo Hongmei Li-Byarlay, entomólogo de la Universidad Estatal Central de Ohio, que no participó en la nueva investigación. Li-Byarlay añadió que sus colegas que han observado los sonidos compararon el ruido con un “llanto”.
Las abejas emiten este sonido cuando sus nidos se ven amenazados por el avispón Vespa soror, que caza en manada y puede acabar con una colmena en cuestión de horas.
Comportamiento de las Abejas
Heather Mattila, ecóloga del comportamiento del Wellesley College de Massachusetts y autora del estudio, escuchó por primera vez el grito de la abeja en Vietnam en 2013. Estaba estudiando cómo las abejas melíferas asiáticas untan de estiércol animal sus nidos para ahuyentar a V. soror y Vespa mandarinia, más conocida como avispón asesino. Este comportamiento demostró que la organización social de las abejas está muy evolucionada, explica Lien Thi Phuong Nguyen, investigadora de avispas de la Academia de Ciencia y Tecnología de Vietnam en Hanoi y autora del nuevo artículo.
Mattila se dio cuenta de que las colmenas estallaban en sonido cuando los avispones V. soror se acercaban. Cuando colocó una grabadora en la entrada de una colmena rodeada de avispones, escuchó una cacofonía de ruidos.
Aunque reconocía algunos de los sonidos que hacen las abejas -silbidos, pitidos y gritos-, Mattila, que lleva 24 años estudiando a las abejas melíferas europeas, nunca había oído nada tan fuerte y frenético como esto.
Los investigadores colocaron grabadoras en el interior de las colmenas y cámaras de vídeo en el exterior de las entradas para registrar los paisajes sonoros de las abejas. El zumbido de los avispones a menudo ahoga a las abejas, por lo que también grabaron la reacción de las colmenas ante un papel glaseado con feromonas de avispón.
Mattila se llevó las grabaciones a Estados Unidos, donde Hannah Kernen, actual técnico de investigación de la Universidad de Luisiana en Lafayette, ayudó a analizarlas.
Casi 30 horas de ruido de abejas
Cuando Kernen y Mattila examinaron las casi 30 horas de ruido de abejas, que contenían unos 25.000 casos de señales acústicas, se sintieron seguros de estar escuchando un nuevo sonido: una señal de alarma punzante que compartía rasgos con los chillidos de los animales, como frecuencias imprevisibles y volúmenes elevados.
Durante meses, los investigadores compararon las grabaciones de vídeo del interior de la colmena con las del exterior de la entrada para ver si podían aislar un momento en el que el nuevo sonido se escuchara por primera vez en ambos vídeos y se identificara con una sola abeja.
Mattila escuchó estas grabaciones durante horas en la noche.
“Me daban escalofríos y empezaba a preocuparme por ellas, a pesar de que las grabaciones son de hace años y las abejas;llevan mucho tiempo muertas”, afirma. “Hay algo muy humano y reconocible en los sonidos”.
Un día, pasadas las dos y media de la madrugada, un insomne Mattila vio por fin un vídeo que captaba un grito y la abeja que;estaba detrás de él: una abeja obrera agitada que se acercaba a un papel perfumado de avispa. Estaba levantando el abdomen y exponiendo su glándula Nasonov, una fina franja blanca en su extremo posterior que puede liberar feromonas.
Espectrogramas
Los investigadores escucharon el audio del interior de la colmena durante el mismo periodo de tiempo y observaron los espectrogramas,;visualizaciones de las frecuencias sonoras, que mostraban sonidos similares dentro;y fuera de la colmena. Esto confirmó que las abejas que gritaban fuera de la colmena hacían los mismos ruidos que las abejas que gritaban dentro de la colmena.
“Fue un momento eureka, y sólo he tenido un par de ellos”, dijo Mattila.
Los investigadores sugieren que el ruido de las tuberías contra los depredadores funciona como una señal de alarma, ya que la;producción de gritos alcanzó su punto máximo cuando los avispones V. soror rondaban la entrada de la colonia. Los datos son correlativos, por lo que aún se desconoce la función exacta del grito.
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