Siguiendo el ejemplo de Jesús de Nazaret con sus apóstoles, este jueves santo, el papa Francisco les lavó los pies a 12 reclusos de una cárcel próxima a Roma.
Además, el Santo Padre animó a los prisioneros a evitar cualquier tentación de dominación y a ayudarse entre sí, a ser más amigos y hermanos.
Como ya es tradición, se arrodilló delante de ellos y, con una palangana y una jofaina de plata, lavó, secó con una toalla y besó los pies de los reclusos.
El santo Pontífice procedió a lavarles los pies a 12 presos: 9 italianos, 1 brasileño, 1 de Costa de Marfil y 1 de Marruecos.
Con su visita a esa penitenciaría, el Papa volvió a demostrar su especial atención por los presos, a cuya situación y reinserción hace referencia frecuentemente, y esta fue la quinta vez que acudió a una cárcel un Jueves Santo en sus siete años como pontífice.
Durante su homilía, recordó la importancia del rito del lavado de los pies que fue realizado por Jesús de Nazaret a sus apóstoles. Luego, el pontífice argentino conmemora la Última Cena del Señor en la penitenciaría de Velletri.
El Papa explicó que Jesucristo, a pesar de ser el hijo de Dios, realizó con sus seguidores un gesto que era propio de esclavos.
«Servíos el uno al otro, sed hermanos en el servicio y no en la ambición de quien domina o maltrata al otro. Esta es la hermandad. La hermandad es siempre humilde», aseguró el pontífice, para después resaltar que esta «regla del servicio» también incluye al alto clero.
«El obispo no es el más importante, sino que incluso debe ser el más servicial», puntualizó.
Francisco insistió ante los presos, el personal de la cárcel y los guardias de seguridad en que «el más grande debe servir al más pequeño«.
Con información de El Nacional