El pasado 20 de agosto el presidente de Colombia, Iván Duque, anunció que su país estaba preparado para recibir a refugiados afganos como un gesto de apoyo al Gobierno de los Estados Unidos.
“Colombia también se une al grupo de países aliados que va a favorecer apoyo a Estados Unidos para aquellas personas nacionales de Afganistán que le prestaron apoyo a Estados Unidos y que están en proceso de hacer un registro y un traslado migratorio”, anunció en rueda de prensa acompañado del embajador del país norteamericano en Colombia, Philipe Goldberg.
Duque recibirá a afganos refugiados
En total, producto de esta decisión de Duque, en territorio colombiano se albergarán al menos 4.000 afganos; quienes llegarían en los próximos días durante el avance de la retirada de EEUU del país asiático donde permaneció militarmente por dos décadas; librando una guerra contra los talibanes que terminó con la retoma del poder de estos dada la débil estructura gubernamental construida en Afganistán con el apoyo de los estadounidenses.
De acuerdo a declaraciones ofrecidas por el embajador estadounidense en Colombia, esta “disposición” de Duque se habría suscitado tras una llamada hecha por autoridades estadounidenses.
“Le agradecemos que haya respondido a la llamada para proporcionar apoyo humanitario a los cuidadanos afganos que trabajando con nosotros”, expresó Goldberg.
Los millares de refugiados afganos serán ubicados en la ciudad de Bogotá, según informó la vicepresidenta y canciller Marta Lucía Ramírez; quien destacó que los gastos de manutención de los afganos será responsabilidad de Estados Unidos.
Congraciándose con Biden
Las relaciones entre Colombia y Estados Unidos han estado signadas por una “estrecha colaboración”; que ha llevado al territorio neogranadino a poseer el mayor número de bases militares estadounidenses de todo el continente -siete oficialmente-; así como por la sociedad que existe en la llamada “guerra contra las drogas”; cuyos resultados son el incremento del cultivo de coca y la producción de cocaína.
A estos temas, se sumó la campaña de desestabilización que contra el Gobierno de Venezuela emprendió la Casa Blanca en el último mandato de Barack Obama y que se profundizó con el arribo de Donald Trump a la presidencia, siendo este último el más cercano Duque por sus posiciones extremistas al punto de ser parte de la campaña electoral para la reelección del magnate, acción que degeneró en la antipatía de Biden hacia su ahora par colombiano, por lo que algunos sectores consideran que este anuncio de recepción de afganos solo busca mejorar la imagen del mandatario neogranadino hacia su par norteamericano.
“Es una decisión que preocupa porque no sabemos cuáles son los alcances y su verdadera esencia. Se presenta como un acto supuestamente humanitario, pero esto lo mido con una mirada crítica porque el gobierno está intentando enmendar su desastrosa política exterior hacia Estados Unidos y ocultar el escándalo que hay en Haití por la intervención de una fuerza mercenaria”, dijo el congresista el senador Iván Cepeda, del Polo Democrático, en entrevista concedida a medio colombiano el pasado 21 de agosto.
Peligros para la seguridad
Este afán de Duque por “atender la llamada” estadounidense; ha resultado cuestionado incluso por representantes conservadores de Colombia como es el caso del teniente coronel (r) Luis Villamarín Pulido; que ha puesto en relieve los peligros que podrían generar en el ya convulsionado territorio colombiano la llegada de afganos “sin un expediente claro”.
“Las dudas comienzan por la presencia de más de 40 años que han tenido los terroristas dentro de las regiones afganas; la eventual multiplicación del coronavirus, la obvia realidad de que entre estos inmigrantes llegarán delincuentes dedicados al narcotráfico; el tráfico de armas y el contrabando, conductas que son normales en la vida afgana”, alerta en un artículo de opinión publicado este lunes.
Al respecto, ya el presidente ruso Vladimir Putin ha advertido sobre los peligros que pueden albergar estos desplazamientos masivos sin control de seguridad dada la reconocida presencia de células terroristas que hacían vida en Afganistán bajo el amparo de un Estado sin control territorial y de fuerzas talibanes con una visión ortodoxa del islamismo.
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